"CUANDO uno ha vivido en una ciudad lo suficiente, más aún si lo ha hecho intensamente y a edades que resultan ser cruciales en la vida de casi todo el mundo (entre mis treinta y tres y mis treinta y ocho, en este caso), se puede decir que, por mucho tiempo que pase, uno no pierde ese lugar de vista. Lo lleva consigo, incorporado, y no es infrecuente tener la extraña sensación de que uno puede salir de su casa en Madrid, o en cualquier parte, y dirigirse al instante a un punto concreto de esa ciudad alejada, a una iglesia, a una tienda, a una plaza, a le Zattere o a San Trovaso si es Venecia, a St Giles o a Blackwell’s si es Oxford, a Cecil Court o a Gloucester Road si es Londres. No me parecía que hiciera veinte años de mi última estancia, y sin embargo era eso lo que había transcurrido: como quien dice, media vida. Uno está instalado en una realidad muy distinta de la del pasado, y en modo alguno la pierde por la repentina visitación de lo remoto."
Javier Marias
Javier Marias
Etiquetas: Crónica
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